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Mensaje por Naira Miér Ago 19, 2009 11:48 am

Hola de nuevo. Solo quería deciros que el prólogo era una especie de... Prefacio como lo llama Stephenie Meyer en sus libros. Es decir, es una especie de adelanto de lo que va a pasar en un futuro.
Bueno, que aquí os dejo el primer capítulo de mi relato:



¡La feria! Ese fue mi primer pensamiento al despertar aquella mañana de verano. Mis sueños habían sido ligeramente perturbados por el calor, pero después de tanto tiempo lo sabía sobrellevar. Me senté sobre el viejo jergón en el que dormía, mientras abría los ojos con dificultad. Saqué mis pies desnudos de debajo de la delgada sábana y caminé por el suelo de piedra hasta el otro lado de la habitación donde estaba el gran ventanal. La luz me cegó por un momento coando abrí las grandes puertas de madera. Hacía un dia excelente. Nnguna nube se atrevía a destrozar aquel cielo impecable. Todavía el sol no había llegado a su cenit puesto que serían las nueve de la mañana todavía.
Abrí un cajón del armario que mi padre habíadiseñado especialmente para miy saquñe los patucos de lana que utilizaba para no pisar el frío suelo de piedra de la casa.
Salí rauda de la habitación. No quería perder mas tiempo o llegaría tarde al comienzo de la romería.
Mientras desayunaba un pedazo de pan duro y un vaso de leche recién ordeñada oí llegar a mi madre.
— ¡Madre!— la saludé contenta.
— ¡Oh! Por fin te has despertado—. Por lo que parecía estaba algo nerviosa.— Ve al río y lleva el agua que recojas a la taberna. Me encontrarás allí para ayudarme con la comida de hoy.
— Pero…
—No me repliques, Ciria, por favor… Tengo mucho trabajo que hacer. Hoy almorzaremos con los mercaderes de Oriente. Han venido explícitamente a tratar con tu Padre.
¡No, lo olvidé! Me perdería el comienzo de la feria y quien sabe si lograría llegar antes de que se llevaran los puestos a Elyos.
— Por favor, Ciria, vístete y sal de aquí o no llegaras a tiempo.
El río no se encontraba a mas de quinientos pasos de la casa. Cuando llegué ni un alma había allí. Hasta los peces del río parecía que se habían ido a la feria, pensé.
Me sentía llena de rabia. Mi Mpadre sabía que me encantaba la romería y que esperaba este día todos los años con mucha impaciencia.
Tendría que perdérmelo porque mi padre tenía que negociar con aquellos extraños comerciantes.
Mi Padre era carpintero y hacía los muebles mas refinados de toda la comarca. Mi Madre decía que era un artista y que gracias a ello podíamos vivir sin que nos faltara quéllevarnos a la boca. Ella llevaba una taberna que heredó de su hermano. El murió en la guerra hacía unos años y le pidió a Madre que hiciera renacer lo poco que quedaba de él.
El agua cristalina bajaba furiosa y burbujeante por aquellos tramos del río. Me agaché para acercarme más al agua asegurándome de que no me caía e introdujeuno de los vubos en ella. El agua alborotada me salpicó sobre la falda de verano y la camisa. Cuando terminé de llenar los cubos miré al cielo. Todavía quedaban varias horas para el momento de ir a almorzar asique me quité los zapatos de tela vieja y sumergí mos pies en el agua helada.
Había veces que me pasaba horas allí sentada y tenía que venir mi Madre o alguna vecina a recordarme que debía volver a casa. Pero aquella vez no debía perder la noción del tiempo. Saqué mis pies refrescados del río y me puse los zapatos aún estando los pies mojados. Fui con cuidado en el trayecto a la taberna para que el agua que había recogido no se desprendiera de los cubos.
Cuando llegué estaban las puertas principales cerradas asique atravesé la huerta de la parte trasera, salté algunos montículos de paja y entré por la enana puerta de atrás.Dejé los cubos al lado de lla y me dirigí a los hornos donde me esperaba Madre.
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